Las ostras son moluscos de la familia de los bivalvos.
La concha sirve para proteger el cuerpo de la ostra. Su tamaño varía según la especie y el lugar donde se encuentre y, en el caso de las ostras de cultivo, de las técnicas de cultivo. La concha se colorea según el entorno en el que se encuentra la ostra. Es el manto, un fino velo de pulpa, que asegura el crecimiento y desarrollo de la concha. Las ostras encuentran en el agua de mar todos los elementos que necesitan para formar sus conchas. Es gracias a su músculo aductor que la ostra abre y cierra sus conchas. Por lo tanto, la ostra puede mantener a esta última fuera del agua y protegerse de los depredadores.
Las branquias son los órganos respiratorios de la ostra. También participan en la alimentación. Las branquias retienen en su superficie las partículas en suspensión en el agua que han sido previamente filtradas. Estas partículas se recubrirán posteriormente de mucosidad para poder llevárselas a la boca gracias a los cilios presentes en las branquias que las hacen moverse al batir.
Las ostras comen fitoplancton.
La ostra es hermafrodita. Cambia de sexo después de cada temporada o después de cada liberación de semillas. Durante el primer año de reproducción, suelen ser macho.
Es en primavera cuando la ostra prepara sus gametos. Luego, en verano, cuando las condiciones son buenas, buena salinidad (una salinidad inferior a la salinidad natural del mar) y una temperatura del agua en torno a los 22 ° C, los libera.
La ostra puede reproducirse una o varias veces durante el verano. En ese momento, se dice que la ostra es lechosa porque sus gametos son blancos. Las ostras Crassostrea gigas (las que se crían en la bahía) liberan entre 20 y 100 millones de huevos no fecundados, frente a solo de 500 000 a 1 500 000 para la Ostrea edulis (la ostra autóctona de la bahía). Las larvas formadas están entre 1/10 y 2/10 milímetros. Solo el 10 % de ellas sobrevive. Se transportan por las corrientes y buscan un lugar donde asentarse para desarrollarse.
